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Una de las cosas que más pueden molestarnos en esta vida es darnos cuenta de que nos hemos equivocado. Errar nos provoca frustración porque nos han educado para ser algo que no somos: perfectos. Ese sentimiento es el que nos ha traído hasta donde nos encontramos: políticos, sindicatos, empresarios, trabajadores… respondiendo con un ¡y tú más! cada vez que alguien le dice que no lo están haciendo correctamente, buscando echarle la culpa a otros en lugar de preguntarse ¿qué he hecho mal? ¿Qué parte de culpa es mía?

La impotencia

Cuando nada de lo que sucede a nuestro alrededor parece depender de nuestras acciones es más que probable que no sintamos impotentes, meros espectadores que no pueden interferir en el curso mismo de los hechos. Tan solo nos queda quejarnos y esperar que sea otro el que venga a solucionar el desaguisado.

 

La crítica constructiva

Una vez eliminemos la barrera de rechazo a la crítica, estaremos preparados para pedir «feedback» a nuestros amigos y familiares, que, por aquello de «la paja en el ojo ajeno», tendrán una perspectiva mejor que la nuestra y si se lo permitimos, sabrán cómo dar sus conclusiones con el tacto necesario.

OJO: huir en igual medida de críticos hirientes y de aduladores incondicionales.

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La autocrítica nos devuelve el control de la situación

Si somos capaces de analizar una determinada situación hasta llegar al punto en el que la culpa recae sobre nosotros tendremos de nuevo en nuestras manos las posibilidad de corregir el rumbo o, al menos, el conocimiento para hacerlo mejor en el futuro.

Si la culpa es de otros en teoría nada de lo que hagamos conseguirá cambiar la situación; si por el contrario la responsabilidad última es nuestra ¡la solución solo depende de nosotros!

 

La autocrítica en la vida del emprendedor

Como ya hablamos en el artículo No es lo mismo ser emprendedor que ser empresario, uno de los requisitos que debe de cumplir un emprendedor es querer cambiar aquello que no le gusta. Para ello lo mejor es empezar por uno mismo.

Antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa.
Proverbio chino.