Este martes, gracias a la caída momentánea de Youtube, me he encontrado reflexionando sobre expectativas del cliente, calidad del servicio y tiempo de reacción. Andaba viendo la entrevista de un amigo en una cadena local cuando el vídeo ha dejado de responder. Inmediatamente he recargado la página para encontrarme con Error 502 Bad Gateway. Hasta aquí todo normal. Todo el mundo tiene derecho a equivocarse y cómo no perdonar a Youtube un efímero fallo cuando nos hemos pasado años perdonando a Twitter.
Sin embargo me he dado cuenta que mi mente luchaba con todas sus fuerzas para negar la evidencia:
- he probado otras páginas, por si el error provenía de mi conexión
- he reiniciado el ordenador por si era problema del cortafuegos
- he intentando entrar directamente en la página principal www. youtube.com por si el problema era del vídeo
- he cambiado las DNS de mi proveedor
Y aún así, con todas esas pruebas encima de la mesa, he lanzado un tuit en tono interrogativo en lugar de afirmativo «Youtube offline!?! Mi cerebro no podía creerse que eso estuviera pasando.
A falta de conocer las causas reales del fallo, todo apunta a una actualización mal aplicada. Sea como fuere, la rapidez de actuación ha sido impecable. Han sido solo unos minutos, pero suficientes para hacernos recordar que nadie está libre de pecado y que lo importante no es ser infalible, si no saber reponerse. Como dicen en la cultura oriental: Nana korobi ya oki, si 7 veces caes 8 te levantas.
