estafa_creditos_formacion

Llevaba mucho tiempo queriendo escribir este artículo y nunca encontraba el momento. Ha sido necesaria una gota que colmara el vaso de mi indignación para poder redactar este resumen de las barbaridades que nos han llegado a ofrecer a cambio de nuestros créditos de formación. Contaré mi experiencia porque la conclusión cae por su propio peso: los créditos de formación son un timo que nos cuesta el dinero a todos.

Aunque pueda resultar exagerado, podría asegurar que la primera llamada que recibimos en nuestra recién inaugurada oficina era de alguien preguntado que si ya habíamos gastado los créditos de formación. Desde entonces, es una pregunta que se repite casi a diario por teléfono, por email o por medio de comerciales que llaman a nuestra puerta. Por lo general, a esa pregunta le sigue una exclamación en tono amenazante «¡qué si no los gastas los pierdes!». Nosotros ya hemos tomado la determinación de cortar por lo sano y, aunque nos llamen el mismísimo día 2 de Enero, siempre contestamos que ya los hemos gastado.

Pero empezaré por el principio: por si alguien no lo sabe, el Ministerio de Trabajo asigna (a través de la Fundación Tripartita) a cada empresa unos créditos de formación anuales que, en caso ser utilizados por alguno de sus trabajadores, les serán reintegrados en forma de bonificación en las cuotas de la seguridad social. Para empresas de menos de 6 trabajadores esta cantidad asciende a 420€.

Es decir, uno de mis trabajadores realiza un curso de este tipo (que casualmente cuesta 420€), la entidad que imparte dicho curso emite una factura a nombre de mi empresa por valor de 420€ y al mes siguiente las cuotas de la seguridad social de mis trabajadores se ve reducida en 420€. El trabajador engrosa su curriculum y la empresa de formación su tesorería.

Hasta aquí todo correcto.

El problema surge una vez más del abuso que los españolitos (supongo que en todos lados cuecen habas, pero pongo españolitos para incluirme a mí también) hacemos de este a priori noble servicio. Aquí van algunos ejemplos de casos totalmente verídicos que me han llevado a escribir este post:

  • Cursos de ínfima calidad: Si intentas hacer un buen uso de los créditos de formación la primera barrera que te encuentras es la baja calidad de los cursos que las empresas de formación ofrecen. Cursos que huelen a rancio con solo con leer su título, temarios sacados de la prehistoria y manuales de programas en desuso.
  • Protección de datos: Esta fue la primera variante que nos ofrecieron, adaptar nuestra empresa a los requerimientos de la Ley de Protección de Datos a cambio de los créditos de formación. Legalmente consta como si uno de los trabajadores hubiese realizado el curso de LOPD. De hecho, menos mal que realmente sí que hicimos el curso porque tuvimos que arreglar la chapuza de implantación que nos habían hecho.
  • La tablet de regalo: Habida cuenta de que ni los cursos basura ni los servicios chapuza eran útiles para los comerciales en su labor de arrebatarnos los créditos de formación, la siguiente moda (que todavía prevalece) fue la de ofrecer una tablet de regalo. No sé si fueron nuestros principios éticos o el olor a tablet-china-barata pero el caso es que pasamos una y otra vez de tan maravillosa oferta.
  • El catálogo de Mediamarkt: Y finalmente el ejemplo que, como decía, ha colmado el vaso. Un comercial que después de hacer un repaso somero de su manida lista de cursos puso sobre la mesa un catálogo digno de cualquier gran superficie de electrónica, solo que en lugar de mostrar los precios en euros se muestran en horas.

 

Conclusión

La formación bonificada es un fracaso en determinados sectores cuya velocidad de actualización no permite la redacción de un temario que sirva precisamente para eso, para formar.

Además, no olvidemos que una parte del dinero de los créditos proviene directamente de nuestra nómina mensual (y la de nuestros compañeros de trabajo), que  no es una subvención ni un regalo por parte del estado.

¿Cómo acabar con estos abusos? Seguramente habría que optar por la solución tajante: eliminar la formación profesional de los cálculos de nóminas y seguros sociales ¡que si necesito hacer un curso ya me lo pago yo!