En las últimas semanas he hablado con varias personas que, después de años trabajando en sus respectivos proyectos empresariales, estaban pensando en abandonar o, como en el caso de dos de ellas, ya habían tirado la toalla definitivamente. Curiosamente todos estos proyectos ya están desarrollados y testados a pequeña escala y, sin embargo, se han quedado estancados en ese punto en el que es imprescindible llegar a más usuarios para que los engranajes comiencen a girar como era de esperar.

Mucho esfuerzo invertido sin ver 1 euro

Cuando en mis charlas hablo de startups y alguien no conoce el concepto, yo suelo responder que una startup es un proyecto de empresa en el que inviertes mucho tiempo y esfuerzo con la esperanza de aprender algo nuevo y, con un poco de suerte, algún día ver los frutos.

Y con esto, tan difícil de asumir para muchos, lo siento pero no estamos inventando nada nuevo: el niño que quiere ser médico tendrá que dedicarse a estudiar durante años antes de que alguien le pueda llamar doctor, el ganadero tendrá que criar a sus primeras vacas hasta que estas den leche, el futbolista tendrá que ir a entrenar todos los días hasta que lo fiche el Real Madrid y el artista deberá pintar muchos cuadros hasta que alguien se digne siquiera a mirarlos.

La perseverancia

La imagen que he elegido para encabezar este artículo es una de las preferidas de Martín, mi socio en un proyecto que pronto verá la luz, y hace referencia a ella siempre que nos encontramos ante un momento de bajón. Ya hace tiempo que hablé en este mismo blog de la importancia de perseverar como clave del éxito y de cómo en ocasiones la diferencia entre triunfar y fracasar está en solo intentarlo una vez más, algo que esta imagen ilustra a la perfección.

Dice Francisco Alcaide en su (super recomendable) libro Aprendiendo de los mejores que en «En esta vida nadie fracasa, sólo hay gente que abandona a mitad de camino.»

¿Qué es lo peor que puede pasarte si sale mal?

Antes de embarcarte en tu próximo proyecto (no solo profesional si no también personal), hazte esta pregunta. «Si la cosa sale mal ¿qué es lo peor que puede pasarme?» Si estás dispuesto a asumir ese riesgo, adelante.

Mucho ánimo a todos y todas los que cada día libráis vuestra propia batalla, tarde o temprano la recompensa llegará.

Cuando la noche se vuelve más negra es cuando mejor pueden verse las estrellas.