Si no lo creo no lo creo

Si no lo creo (creer) no lo creo (crear). Es un curioso juego de palabras que el español nos brinda con dos verbos muy diferentes que se confunden para determinadas declinaciones. Yo he sido siempre de los del «si no lo veo», pero en los últimos años la experiencia me ha demostrado que ni hay que creer todo lo que se ve ni es condición necesaria ver algo para creer en ello.

La fe mueve montañas

Durante años la filosofía del «si no lo veo no lo creo» me ha servido para vivir una vida cómoda y confortable, exigiendo pruebas a cualquiera que se atreviera a sugerirme algo intangible y dejando de lado cualquier razonamiento que no viniera precedido de pruebas materiales. El escéptico dicho  tiene un fallo: es imposible ver algo que todavía no existe.

En el campo científico, la ausencia de pruebas experimentales se suple con la demostración teórica. Hay muchísimas teorías que fueron contrastadas experimentalmente a posteriori y otras muchas que aún no han sido posible reproducir en el mundo real. Un ejemplo muy actual sería el del llamado bosón de Higgs, cuya existencia se predijo en  1964 y no ha sido hasta medio siglo después cuando nos encontramos cerca de corroborar la validez del modelo.

Para crear hay que creer

Nada bueno puede salir de un propósito que no nace del profundo convencimiento. Es cierto que, por definición, emprender e incertidumbre van de la mano, pero los cimientos de cualquier proyecto deben ser sólidos y asentarse en una idea en la que confiemos plenamente.

Retroalimentación

Una vez que nuestra idea arranca se inicia un proceso de retroalimentación: cuanto más creamos más creemos y cuanto más creemos más energía tendremos para seguir creando. Por eso lo más complicado es dar el primer paso.

La inercia

La física nos enseña que la materia tiene la propiedad de permanecer en su estado actual de reposo o movimiento si no se aplica fuerza alguna sobre ella. La inercia mide la dificultad de cambiar ese estado: a mayor resistencia al cambio, mayor inercia. Todos hemos tenido que mover alguna vez ese pesado mueble del salón y hemos experimentado como lo que realmente nos hace sudar es el primer empujón.

¿Tienes una idea? ¿Crees en ella? Pues no te lo pienses más.

Hoy es el día perfecto para empezar a crear.