Un sofá cama ni es lo suficientemente cómodo para dormir habitualmente en él ni es recomendable usarlo para sentarse a ver la tele durante mucho tiempo. Es un apaño temporal que puede sacarnos de un apuro pero la solución permanente siempre será comprarse un sofá para sentarse y una cama para acostarse. La opción del sofá cama lo único que garantiza es un dolor de espalda permanente.
¿Por qué no debemos ser sofá cama?
- Cuando pensamos en sentarnos o, como mucho, recostarnos, pensamos en un sofá, y cuando tenemos sueño pensamos en una cama.
- El sofá tiene reservado un lugar preferente en el salón y la cama en el dormitorio. Un sofá cama generalmente queda relegado al cuarto de invitados, compartiendo protagonismo con la plancha, la bicicleta o los juguetes de los niños.
- A un sofá no le importa colaborar con una cama porque sabe que tienen funciones distintas y que a la cama nunca se le ocurrirá ofrecerle a su dueño los servicios de un sofá y viceversa. Sin embargo ¿ocurriría lo mismo con un sofá cama? ¿Cómo se puede estar tranquilo sabiendo que en cualquier momento podría convertirse en sillón y robarle el puesto?
- Nadie va a recomendar a otra persona que se compre un sofá cama. ¿Podéis recordar alguna marca de sofá cama?
- Al final, de tanto convertirse, empiezan a ceder los tornillos hasta que termina por desmontarse.
- Es de esperar que un sofá cama cueste más barato que comprar un sofá y una cama por separado, aún cuando supuestamente cubre las mismas necesidades.
P.D. Lo siento por los fabricantes y vendedores de sofás cama pero me venía que ni pintado para ilustrar la necesidad de especializarse. En el próximo ejemplo tomaré como mártir a otro invento compuesto al que también le guardo algo de recelo: la merienda cena.
Créditos de la Imagen: http://viruete.com/blog/2007/07/07/transformers-%C2%BFmola-o-no-mola